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Las escuelas quieren proteger la filosofía Montessori

Aseguran que ha sido clave para la transformación de decenas de planteles públicos
Poco después de mediodía, la tranquilidad reinaba en los pasillos de una escuela elemental. Dos padres estaban sentados cerca del portón, conversando en voz baja, y ni siquiera los carros que pasaban por la estrecha calle en la comunidad de Cantera, en San Juan, hacían ruido.

En los salones, el proceso de aprendizaje en la escuela Sofía Rexach es dirigido por los niños, quienes deciden los temas que atenderán ese día, la manera en que se atenderán y la velocidad a la cual se moverán hacia otra discusión. La guía –la maestra, si pensamos en la escuela tradicional– responde a las inquietudes de los alumnos y les provee los materiales necesarios, pero su rol está más enfocado en permitir que sean la curiosidad y el hambre por aprender de los menores, y no los libros de texto, los que decidan cómo transcurrirá el día a día en el salón.

“Es un verdadero milagro lo que ha ocurrido en esta escuela. Para los niños, en cuanto a su conducta, la disciplina, sus destrezas sociales, han aprendido a resolver sus problemas ellos mismos. Ha sido un cambio increíble desde que adoptamos la filosofía Montessori”, expresó el director escolar de la Sofía Rexach, José Ricardo de Jesús.

En Puerto Rico existen 44 escuelas públicas que han adoptado la corriente Montessori como método de enseñanza; más de la mitad de estas incursionaron en esta corriente durante el pasado cuatrienio. La primera fue la escuela Juan Ponce de León en Guaynabo, la cual se inició en estas prácticas en 1987.

Al momento no hay amenazas sobre las escuelas que se han especializado en enseñanza Montessori y existe un compromiso de la administración del Departamento de Educación para mantener y fortalecer esta corriente educativa, aseguró la secretaria auxiliar de Educación Montessori, Marlyn Rodríguez.

No obstante, en medio de la crisis fiscal y de deuda pública que enfrenta el País, las estrategias educativas que han demostrado ser exitosas deben mantenerse, sostuvo la directora ejecutiva y fundadora del Instituto Nueva Escuela (INE), Ana María García Blanco.

A diferencia de lo que pasa en el resto del sistema público de enseñanza, en las escuelas Montessori la matrícula ha ido en aumento y los estudiantes –en su mayoría– han demostrado crecimiento académico en las pruebas estandarizadas que se administran en todas las escuelas. Entre todas las escuelas Montessori de la isla, la tasa de deserción escolar es 0, destacó García Blanco.

La escuela Sofía Rexach en Cantera, en San Juan, actualmente tiene 205 estudiantes. Para el próximo año escolar tiene una lista de espera de unos 70 estudiantes, indicó el director escolar.

“Y aquí no están los papás que han llamado interesados en la escuela, pero que cuando se les dice que hay lista de espera no dejan sus datos. Hay un interés de la comunidad”, sostuvo De Jesús. Hace nueve años, cuando adoptaron la filosofía Montessori, la escuela iba del kínder al tercer grado. Ahora han crecido hasta el Taller III, lo que sería nivel intermedio. La escuela se ha quedado pequeña para esta expansión, por lo cual hay grupos que se reúnen en un edificio que le pertenece a un grupo comunitario y los estudiantes más grandes ocupan salones en una escuela cercana, la Manuel Elzaburu Vizcarrondo.

Mientras, la escuela Rafael Antonio Delgado Mateo en Guayama tiene 184 estudiantes este año escolar, pero se prepara para tener una matrícula de 310 a partir de agosto, detalló su directora, Lisbeth González. El mes pasado iniciaron las entrevistas para admitir estudiantes para Casa de Niños –el nivel preescolar– y ya González ha conversado con 55 familias, aunque solo tendrá espacio para 25 menores.

En escuelas donde coexisten tanto la corriente Montessori como la corriente tradicional se ha podido comparar cómo los alumnos montessorianos obtienen mejores calificaciones y puntuaciones más altas en las pruebas estandarizadas, dijo Rodríguez.

“Nuestro centro es el bienestar del niño, es el colectivo. De ahí es que pasan cosas maravillosas en nuestras escuelas. Se deja a un lado el individualismo, es un proceso transformador en las escuelas y el aprendizaje es mucho más patente”, expresó González, cuyo plantel apenas lleva dos años en esta corriente educativa.

“El otro día en un pasillo me encontré a un nene emocionado de Taller I, tiene 6 años, que estaba emocionado y me dice ‘mañana voy a visitar Asia’, están aprendiendo de Asia. Y cuando yo le pregunto si sabe qué es Asia, me dice ‘claro Misi’, y me menciona todos los continentes. Esto es un cambio a un currículo bien rico, donde el estudiante se apodera de su aprendizaje y aumenta su motivación”, relató la educadora guayamés.

Cuidadosa transición

Este año escolar no se incluyeron escuelas nuevas bajo la clasificación de Montessori, indicó Rodríguez. Entre el proceso electoral del año pasado y la transición hacia un nuevo gobierno, no habría sido aceptable iniciar planteles en esta corriente educativa sin saber si un nuevo gobierno respaldaría la estrategia, reconoció la secretaria auxiliar.

“Pero ahora mismo tenemos lista de escuelas interesadas, son como 30 y pico”, señaló Rodríguez.

El Departamento de Educación se encuentra inmerso en el proceso de determinar qué escuelas serán cerradas para el próximo año escolar. Aunque no precisó si sería un factor determinante para evitar el cierre de un plantel, la secretaria Julia Keleher indicó que “es parte de la evaluación” detallar si una escuela tiene ofrecimientos especializados, como sería la educación Montessori.

En el cuatrienio pasado, adoptar la filosofía Montessori era visto como una tabla de salvación para algunas escuelas que tenían una amenaza de cierre. No obstante, iniciarse en esta corriente educativa es un proceso que no funcionará en una escuela que solo la ve como una última opción, pues requiere del compromiso de maestros, personal no docente, padres y estudiantes, sostuvo González.

“Esto no se trata solo de que el director diga ‘yo quiero ser Montessori’. Nosotros vamos a las escuelas y nos reunimos en la escuela, nos reunimos con los padres, nos reunimos con la comunidad. ‘¿Esto es lo que ustedes quieren para su escuela?’ Les damos un año de transición”, destacó García Blanco.

Las escuelas adoptan la filosofía inicialmente en el nivel preescolar, lo que se conoce como Casa de Niños, o los grados más bajos, para que los estudiantes puedan acoplarse a la nueva filosofía. A medida que los alumnos van creciendo, se suman al plantel lo que se conoce como Taller I (equivalente de primero a tercer grado) y Taller II (equivalente a cuarto a sexto grado). En la escuela Rafael Antonio Delgado Mateo, solo tienen Casa de Niños y Taller I, aunque los estudiantes de cuarto y quinto grado están agrupados en “salones multiedades” para ir a tono con las estrategias montessorianas, detalló González.

En el pasado, el INE ha sido acusado de querer “apoderarse” de la administración de escuelas o de enriquecerse con el adiestramiento de maestros. Además, ha estado en el centro de disputas magisteriales cuando hay desacuerdos entre el personal docente de un plantel que está en proceso de adentrarse en la corriente Montessori.

A los maestros se les ha cobrado una cuota de entre $250 y $300 para la compra de materiales necesarios para su certificación, dependiendo de la cantidad de donativos que haya recibido el INE y de las becas que tengan disponibles. Para cubrir estos pagos, en muchas escuelas se hacen actividades de recaudación de fondos de modo que los educadores no tengan que usar su propio dinero.

No obstante, tanto para De Jesús como para González, los resultados de este modelo educativo hablan por sí solos. Además del aspecto académico, es evidente la mejoría en la disciplina escolar y el aumento en la participación de los padres en los procesos educativos. “Es algo maravilloso lo que se gesta cuando se piensa en el colectivo, cuando se trabaja en equipo”, señaló García Blanco, quien asegura que ni se entera de las críticas.

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